El ter­mino miso­fo­nía fue pro­pues­to ori­gi­nal­men­te por Jas­tre­boff para des­cri­bir una reac­ción anor­mal e inten­sa que ocu­rre ante la per­cep­ción de un soni­do espe­cí­fi­co. La MISOFONÍA se con­si­de­ra un sín­dro­me neu­ro­con­duc­tual carac­te­ri­za­do por acti­va­ción autó­no­ma inten­sa y reac­ti­vi­dad emo­cio­nal nega­ti­va en res­pues­ta a una baja tole­ran­cia hacia cier­tos soni­dos. 

Los indi­vi­duos con esta con­di­ción son sen­si­bles a un con­jun­to de soni­dos coti­dia­nos y tri­via­les como el soni­do pro­du­ci­do por otros al mas­ti­car, sonar­se la nariz, res­pi­rar, sil­bar, chas­quear los labios, gol­pe­tear con los dedos o teclear así como soni­dos pro­du­ci­dos por maqui­nas o por ani­ma­les.

Aun­que estos soni­dos sue­len ser imper­cep­ti­bles o ino­cuos para la mayo­ría de las per­so­nas, en el caso de los indi­vi­duos con miso­fo­nía pro­du­cen res­pues­tas físi­cas como opre­sión o dolor en el pecho o la cabe­za, ten­sión mus­cu­lar, sudo­ra­ción, dis­nea, taqui­car­dia e hiper­ter­mia que se acom­pa­ñan por ansie­dad, angus­tia, irri­ta­bi­li­dad y eno­jo. Es usual que pre­sen­ten con­duc­tas evi­ta­ti­vas que sue­len afec­tar su habi­li­dad para dis­fru­tar de las inter­ac­cio­nes inter­per­so­na­les.

La miso­fo­nía no ha sido reco­no­ci­da for­mal­men­te como un tipo espe­cí­fi­co de tras­torno neu­ro­ló­gi­co, psi­quiá­tri­co o audi­ti­vo. La hiper­sen­si­bi­li­dad a estí­mu­los audi­ti­vos es un sín­to­ma que sue­le obser­var­se en una amplia varie­dad de enti­da­des clí­ni­cas como tin­ni­tus, hiper­acu­sia, migra­ña, tras­torno del espec­tro autis­ta, tras­torno de estrés pos­trau­má­ti­co, tras­torno bipo­lar y esqui­zo­fre­nia, entre otras, sin embar­go, la into­le­ran­cia a los soni­dos no pare­ce ser un fenó­meno que ocu­rre úni­ca o espe­cí­fi­ca­men­te jun­to con un tras­torno en par­ti­cu­lar.

El equi­po de tra­ba­jo de Schrö­der desa­rro­llo una esca­la de seis reac­ti­vos que per­mi­ten valo­rar el tipo y la seve­ri­dad de los sín­to­mas de esta con­di­ción cono­ci­da como la Esca­la de Miso­fo­nía de Ams­ter­dam.

Cri­te­rios para el diag­nós­ti­co de la Miso­fo­nía de acuer­do a Schrö­der et al. (2013)
La pre­sen­cia o anti­ci­pa­ción de un soni­do espe­cí­fi­co pro­du­ci­do por un ser humano pro­vo­ca una reac­ción físi­ca aver­si­va e impul­si­va que ini­cia con moles­tia o dis­gus­to e inme­dia­ta­men­te se con­vier­te en eno­jo.
Este eno­jo ini­cia con una sen­sa­ción pro­fun­da de per­di­da de auto­con­trol que poten­cial­men­te pue­de deri­var en explo­sio­nes de agre­si­vi­dad.
El indi­vi­duo reco­no­ce que el eno­jo o moles­tia es exce­si­vo, irra­cio­nal o des­pro­por­cio­na­do a las cir­cuns­tan­cias o al estre­sor que lo pro­vo­ca.
El indi­vi­duo tien­de a evi­tar situa­cio­nes miso­fo­ni­cas o bien si no las evi­ta las pade­ce con un males­tar, eno­jo o dis­gus­to inten­so.
El eno­jo, males­tar o evi­ta­ción pro­du­ce angus­tia o inter­fie­re de for­ma sig­ni­fi­ca­ti­va en la rea­li­za­ción de las acti­vi­da­des coti­dia­nas.
El eno­jo, males­tar o evi­ta­ción no se expli­can mejor por la pre­sen­cia de otros tras­tor­nos como el tras­torno obse­si­vo com­pul­si­vo o el tras­torno de estrés pos­trau­má­ti­co.

Patofisiología

Actual­men­te, se des­co­no­ce la etio­lo­gía y el corre­la­to neu­ro­bio­ló­gi­co aso­cia­do a esta con­di­ción. Se ha pro­pues­to que los sín­to­mas pue­den deri­var de un patrón de conec­ti­vi­dad aumen­ta­da entre áreas audi­ti­vas, estruc­tu­ras lím­bi­cas y el sis­te­ma ner­vio­so autó­no­mo que resul­ta en reac­cio­nes inten­sas al soni­do, no obs­tan­te, es nece­sa­rio con­tar con más estu­dios que brin­den evi­den­cia sobre ésta u otras hipó­te­sis.

Tratamiento

De for­ma simi­lar, se cuen­ta con esca­sos datos sobre la efi­ca­cia de los abor­da­jes tera­péu­ti­cos para tra­tar la miso­fo­nía. Los pacien­tes sue­len optar por estra­te­gias como usar tapo­nes de oídos o audí­fo­nos para can­ce­lar el rui­do, escu­char músi­ca, con­cen­trar­se en otros soni­dos para dis­traer­se o enta­blar diá­lo­gos inter­nos posi­ti­vos. Las opcio­nes tera­péu­ti­cas inclu­yen psi­co­edu­ca­ción, habi­tua­ción a los estí­mu­los sono­ros, rees­truc­tu­ra­ción cog­ni­ti­va, mind­ful­ness, tera­pia con­duc­tual dia­léc­ti­ca y tera­pia de acep­ta­ción y com­pro­mi­so.

Recursos consultados

Brout, J. et al (2018) Inves­ti­ga­ting Misopho­nia: A Review of the Empi­ri­cal Lite­ra­tu­re, Cli­ni­cal Impli­ca­tions, and a Research Agen­da. Fron­tiers in Neu­ros­cien­ce. 12:36.

Cavan­na, A. E., & Seri, S. (2015). Misopho­nia: current pers­pec­ti­ves. Neu­ropsy­chia­tric Disea­se and Treat­ment, 11, 2117.

Schrö­der A, Vulink N, Denys D. (2013) Misopho­nia: diag­nos­tic cri­te­ria for a new psy­chia­tric disor­der. PLoS One. 1:e54706.